La llegada de Don Remigio Gandásegui al arzobispado de Valladolid supuso un gran empuje para las celebraciones de la Semana Santa. Manifestó un especial interés en las cofradías, tanto antes de la Guerra Civil como después.

En esa idea de potenciar nuestra Semana Grande contó con el apoyo de un grupo de socios del Círculo de Recreo, entre ellos Santos Rodríguez Pardo que sería el primer presidente de la futura cofradía. En la Procesión del Santo Entierro, hoy conocida como Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor, quedaban algunos importantes misterios por cubrir, y estos socios del Círculo de Recreo estaban entusiasmados con la idea de fundar una cofradía que cubriera el misterio del Sepelio del Salvador.

Por lo tanto en 1930 queda constituida la Cofradía del Santo Entierro empiezan las gestiones para poder sacar a la calle el grupo del Entierro de Cristo que Juan de Juni realizara entre 1541 y 1544 para Fray Antonio de Guevara, Obispo de Mondoñedo, y que tras la desamortización pasó del convento de San Francisco a los fondos del actual Museo Nacional de Escultura.

Pero la cosa no fue fácil. La Junta del Patronato del Museo de Bellas Artes se oponía a que se procesionara el grupo del Entierro. Alegaba, por un lado, que no era un paso procesional, y por otro que su estado de conservación era deficiente como para sacarlo a la calle en procesión. Finalmente, ante las presiones del arzobispo y los poderes que le concedía una Real Orden, referente a la salida de los pasos del Museo, no tuvieron más remedio que autorizar la petición.

El 3 de Abril de 1931, Valladolid estrenó cofradía, una cofradía que partió de la Catedral camino de la Procesión del Santo Entierro y que no pasó desapercibida a los ojos de nadie. Por una parte por el imponente conjunto escultórico, y por otra por la elegante austeridad (según la prensa de la época) del nuevo hábito, nuestro atributo más emblemático. Este está compuesto por una túnica de terciopelo negro con cola, adornada con galón dorado en bajo y bocamangas y ceñida con cíngulo dorado en la cintura.

Pero el 14 de abril de ese mismo año se proclamó la Segunda República Española, que prohibe las manifestaciones de culto en la calle. Hasta 1935 quedan suprimidas por tanto las procesiones, pero no los cultos en el interior de los templos. El problema es que para entonces ya no se permite sacar del Museo el Entierro de Juni y la cofradía se ve obligada a cambiar de titular.

Desde hacía algunos años se sacaba de la clausura del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, para exponer en la iglesia conventual, un extraordinario Cristo Yacente de Gregorio Fernández. Esta imagen pasó a ser la titular de la cofradía y con ello nuestra sede permanente se establece en este Real Monasterio.

La historia de este Cristo está rodeada de misterio, pero las últimas investigaciones llevadas a cabo por la cofradía –cuyos resultados se darán a conocer cuando concluyan- están abriendo mucha luz al respecto.

Hasta 1964 sólo se participaba en la Procesión General del Viernes Santo, pero ese año la cofradía contará además con una procesión propia, la del Santo Entierro, que en la madrugada del jueves al Viernes Santo va hasta la parroquial de San Pío X, en el barrio de Girón, donde se entona un solemne miserere. Desde 1991 realiza también, en la tarde noche del Sábado Santo, un emotivo acto: el Traslado del Santo Cristo Yacente, que recorre la plaza de Santa Ana portando a hombros la Sagrada imagen desde la iglesia a la clausura del Real Monasterio. Este acto se realizaba en años precedentes momentos antes de dar comienzo la procesión del Domingo de Resurrección, pero se cambió de día por la clara discordancia litúrgica.

Lo más característico de nuestros desfiles procesionales es el sonido. El arrastrar de las colas imprime un susurro único, roto solamente por los toques destemplados de dos timbales y los silencios de una corneta.

En la actualidad el número de cofrades ronda los 300, con igualdad de condiciones entre hombres y mujeres. Estas pueden participar además con el hábito de la cofradía o con la tradicional mantilla española.